viernes, 29 de mayo de 2009

Un año sin tí

Después de diez años sin faltar a esta bendita cita, por culpa de los tiempos que vivimos( no quiero llamarlo crisis, porque seguro que hay cosas peores), este año no puedo ir a tu vera, Madre. Sé del tópico popular que dice: "Ella está allí todo el año, puedes ir a verla cuando quieras". Sé perfectamente, Madre, como cristiano que soy, que no hace falta más que mi voluntad para ir a tus plantas a verte. No hacen falta cajones de cerveza, buena comida, sitio confortable para descanso. Podrán sobrarme los cantes, esos buenos ratos que mi pueblo me ha enseñado en comunión para rezarte. Estará de más esa valentía (o cobardía) por meterme bajo tu palio el Lunes Santo de mi calendario. Pero, lo siento, Madre. Si hoy estoy pecando, es de envidia. Envidia por mis amigos, esos amigos del camino que van hasta Tí. Los que llevo en mi corazón tatuados sin iniciales porque sólo sueñan su imagen. Uno por uno. Sin que falte nadie. Perdóname, Madre. No por echarte a Tí de menos, a Tí te tengo en todas partes. Si no por ellos, mis amigos caminantes. Los que un día me abrieron las puertas de la alegría del sentirse rociero conviviendo en Romería. Tu perdón lo doy por hecho porque sabes, Madre mía, que el que habla es mi pecho, el único que por derecho va en esta vida mía. Gracias, María, no quiero llamarte Rocío, hoy solo quiero llamarte: Madre mía.

No hay comentarios: